Al llegar al aeropuerto de
Sevilla, lo típico, tarjeta de embarque y pasaportes “parriba y pabajo” todo el
tiempo. A mi hermana y a mí nos ha pitado el detector al embarcar ( siempre
termina pitándome y nunca entiendo por qué puede ser) pero vamos, que para eso
está aquí Angustias que dice que CLARAMENTE ha pitado por los aros del
sujetador, que ella también lleva ¿eh? Pero no le pita, son especiales para
aviones oye.
En la sala de embarque hemos
conocido a María, una senegalesa que vive en Triana que también viaja a Nueva
York pero tan sólo un fin de semana, ya que está de paso para ver a su padre y
su hermana en Ohio. El avión lo cogimos en torno a las 13.45 hacia Madrid y a
las 14.30 ya estábamos allí. Rapídisimo. Ni me ha dado tiempo casi a darme cuenta
de que ya estábamos allí. Y yo diciéndole a todo con el que hablaba : “¡Por
dios, que rapidez!” y ellos: “Claro, si tampoco está tan lejos”…pues a mí estas
cosas nunca dejarán de asombrarme que queréis que os diga.
No me enrollo mucho, al fín
Barajas. Eso podría ser una ciudad. Para llegar hasta nuestra zona de embarque
teníamos que seguir un cartel que nos indicaba los minutos que nos iban
quedando para llegar. ¡25 minutos! Menos mal que parte de esos era en una
especie de tren subterráneo. También, durante el camino hacia la puerta de
embarque hacia Nueva York hemos conocido a Diana, otra chica de Sevilla que no
es nueva en esto, ha viajado ya varias veces a la gran ciudad pero estaba más
perdida que nosotras. Nos ha descrito cada cosa de Nueva York como “una locura
total”, pero vamos en el buen sentido de la expresión.
Tras llegar a la sala de
embarque, era la hora de comer, ¡estabamos hambrientas!. Y una viena entera de
salchichón ha caído (polvillo´s shop). Hombre, es que no iba comerme sólo la
mitad y tomarnos la otra en el avión y perder todo el glamour. Desde el momento
en que hemos pisado el avión, nos hemos convertido en newyorkinas totales. Nos
han ofrecido periódicos como el País o el ABC, pero nosotras el “USA TODAY,
please” de entendidillas.
Me hace gracia porque en el avión
parece que todos somos enfermos y los azafatos son los médicos. Tendríais que
ver a todos comiendo con la manta hasta el cuello, la almohada en la cabeza y
mirando la lasagna con cara de “bleaggg” , ya sabréis cual es esa cara. Hemos
hecho las típicas bromas de “Oye me voy a dormir, cuando lleguemos me avisas” ,
como las que van a Chiclana. Lo mejor es que nosotras, como ya he dicho antes,
nos hacemos como las que llevan haciendo esto fin de semana sí fin de semana
no, pero en verdad teníais que ver nuestras caras de ilusión al ver la almohada
y la mantita del avión a la vez que la comida tan bien presentada. Los cascos
puestos, no estaban echando nada por la tele, pero puestos porque hombre…no
vamos a dejar de usarlos ¿no?, ya que nos los han dado. Y así para todo.
Un ratillo después, he tenido un
pequeño lapsus : no tenía ni idea de donde podían estar mis gafas de ver. Las
he tenido casi todo el día puestas pero ahora no sabía donde estaban. Tras
revolver todas mis cosas, he ido a mirar al cuarto de baño pero nada, no
estaban. Le he dicho lo que me pasaba a una azafata y me ha mirado con cara de:
“Aisssh, que lástima” y me he quedado en plan: “ah, estupendo todo”. Total, que
alfinal una chica muy amable me dijo que las había visto y se las había dado a
una de las azafatas. ¡Menos mal!
Luego han puesto una peli: “La
pesca del salmón en Yemén”. Quise ir a verla al cine pero al final por una cosa
o por otra no he podido. Me puse super contenta pero cuando me puse los cascos:
EN INGLÉS. Dije, bueno que más dá, voy a escuchar un poco y así aprendo. Al
rato me cansé y me dormi un poquillo. Luego, fui a hablar con mi madre y Angus
que seguían viendo la película y les digo: “¿Seguis? Pff…es que está en inglés”
Y empezaron a reírse de mí porque yo no conocía la existencia de unos
botoncitos que van cambiando el idioma, genial.
Y nada, hemos estado un ratillo
comentado e indagando de las vidas de la gente del avión, que parece que somos
ya familia, nos conocemos de vista muchos.
Luego, Angus y yo le hemos pedido el “Hola” a unos españoles de al lado
mientras comemos chicle para engañar el hambre porque vaya tela, dijeron que
nos iban a dar de merendar y eran aún las “22.30” y ni habíamos visto la
merienda. Eso sí, mucho vasito de agua.
Bueno, bueno, bueno. Hora de la merienda. Me he tirado
tooooodo el yogurt de arándanos encima. Pero impresionante. Se me ha caído por
toda la camiseta e incluso por dentro. He llegado a Nueva York en vez de
glamurosa, yogurosa. Y nada, me he tenido que poner una sudadera que llevaba
porque no podía pisarla con esas pintas.
Y después de una media hora muuuuuuuy intensa, no queda más que decir que: ¡¡¡ESTAMOS EN NUEVA YORK!!!. Muchas risas y emoción que nos han dejado sin palabras nada más ver el primer taxi amarillo. Hemos llegado a nuestra casa de Broolyn: Park Slope y sentimos como si llevásemos aquí tooooooda la vida. Un paseo cortito por el barrio y una "cena" en "Smiling Pizza" con unas porciones de unas dimensiones casi como Nueva York entera. Y vuelta a casa, a recargar pilas, mañana nos espera un día MUY GRANDE.
Una gran frase, para terminar un gran día. No podía venir mejor. When dreams come true... ;)
XOXO.
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